50 tacos no son nada
  TORNEM
 
CUENTO INICIADO Y NUNCA ACABADO

Lista no exhaustiva de Personajes y Lugares:

INSTRUCCIÓN BÁSICA: No leer ahora los personajes, sino buscarlos conforme vayan apareciendo en la Historia. Y si no le parece bien al lector, pues no lo haga, que para eso paga.

Sería lógico poner esta relación al final, pero vamos a entrar en un mundo donde la lógica no es proposicional y no siempre es consistente, ni sólida ni completa.

Gus.- Yo. Narrador y partícipe. Siempre me gustó llamarme Gustavo. Antes me gustaba Daniel o David. Autodescripción en el prólogo.

Gente.- Personas y personajes que cohabitan en el Pueblo de la Gente (Dra). Suelen tener pensamientos colectivos y gustos parecidos, con muchas excepciones. Intentan comer todos los días.

Po.- Uno de los protagonistas. Amigo de Gus y de Ga. Y de mucha gente. Su descripción se ve a plazos. Es tan raro que nunca se le puede acabar de describir.

Dra.- El pueblo de la Gente y también donde transcurre parte de la Historia de los Protagonistas. Tres últimas letras de una palabra que huele a Magia (salamandra)

Ga.- Otro de los protagonistas. Destaca por su pelo. Y sus habilidades manuales. Como no podía ser menos, para conocerlo habrá que leer mucho. Hombre de paciencia y pasiones.

Tor.- Personaje básico que, sin asumir protagonismo, permite y hace que sucedan cosas. Tabernero y escuchador. Experto en historia de grandes guerras. Tuvo antecesores, pero nadie como él. Es mago en Dra pero él no lo sabe.

Ladrones.- Uno de los clanes de Dra. No tienen jefe ni están organizados, aunque se roban entre ellos. Algunos han estudiado mucho para robar. A otros les viene de familia.

Mujeres.- De alto protagonismo en el relato, “influencers” por naturaleza, irán tomando peso al largo de la historia, aunque es evidente que desde el principio intentan imponer sus razones y muchas veces lo consiguen. Coleccionan Poder y siervos de manera instintiva y natural.

Der, el Poder.- No es una ficción. Personaje sin cuerpo, se infiltra en los demás. Objetivo y meta a la vez, tiene costumbre de cambiar de criterio cada poco tiempo con tal de liarla.

Joder.- Líder del Poder, cambia muchas veces aunque su obsesión es mantenerse en el puesto. Debería administrar el Poder, pero no lo hace porque es imposible ya que el poder es autónomo. Acude a reuniones y representa a Der, aunque muy pocos le hacen caso porque conocen su carácter efímero e interesado.

An.- Contrapeso y compartidor de propósitos de Der. Maneja los hilos de muchos, tanto del Poder como de los Otros.

Tesoro.- Colección de bienes, artificios y enredos y generador de codicias.

NORMA.- Relación de reglas tácitas, muchas veces sobreentendidas. Herramienta.

Rojaclemente, Olivereta y Vallelaguar.- y otros más, trozos de Dra.

Taberna Católica de la Fernandina.- Desaparecido lugar de compadreo y conocimiento básico en el barrio de Rojaclemente. Vendido por llamarse antes Las Ventas. Por su ubicación esquinada siempre tuvo fácil venta, y una farola en la puerta con la que recuerdo haber hablado. Era una buena Venta.

Tiempo.- Algunas veces, un adverbio de lugar.

Los Otros.- Todos aquellos que pretenden lo que Uno (o no) pero se les dice que así conseguirán Poder.

UNO.- Cabecilla de los Otros. No le suelen hacer mucho caso, pero tiene un señor con librea que le anuncia en las reuniones.

Guysano.- Profesor de la academia que pretende enseñar a pensar. Sus pensamientos más ocurrentes ocurren cuando no piensa.

Academia.- Espacio cerrado con patios de recreo con bancos donde se sientan los que dicen que saben a cobrar por decir lo que dicen que saben.

La Triada.- Esos tres que tú ya sabes. Y si no, vuelve a leer desde el principio las veces necesarias para descubrirlo

Milongo.- Profesor de la Academia dedicado a pesar los pensamientos y equilibrar la balanza. Destaca en pesar idearios económicos. Es flaco y su testículo derecho no es más grande que el izquierdo.

Sociedad de Especuladores Anónimos (S.E.A.S.A.).- Forma de agruparse los entes dedicados a conseguir piedras sin trabajar físicamente.

Aplicador.- Funcionario o aspirante a serlo dedicado entre almuerzo y café a interpretar la NORMA según les interese al PODER, a UNO o a los OTROS.

Pirulo.- Persona vestida de luces, una de ellas siempre estroboscópica, que tras deslumbrarte, igual te arrea un sopapo. Cuando no afecta a sus intereses o a los de sus jefes, obedecen a Joder.

Pirulí.- Jefe principal de los pirulos. Viste uniforme en las ceremonias. Otros subjefes son Pirulito y Piruleta.

Pilastre.- Docto y hábil en desorientar perdices y codornices para facilitar su caza. Suele cobrar del cazador. También cobra, y caro, por enseñar sus técnicas en la Academia.

Canon-cete.- Contador ladino de álgebras y geometrías. Fullero en el póquer y en el parchís. Se ganó merecimiento suficiente para ser profesor en la Academia por ser capaz de calcular la cantidad de piedras de colores del mundo y demostrar que era un número escaso y constante. Lo llamó Pí, de Piedra y su valor es de novecientos ochenta y seis millones novecientos sesenta y cinco mil cincuenta y seis (986.965.056). Ni una más. Puede que en este momento haya alguna menos porque a alguien se le haya caído alguna debajo de una apisonadora.

Color.- Encantador mago mandarino a quien se le va a pedir ayuda y la dará, pero a su manera. Le gusta el anís.

Batablanca Viña.- Fundador de la saga Viña. Académico de oficio en la rama de la masonería física. Se hacía acompañar de un lacayo en forma de bedel llamado Tomás, que modulaba su voz y realizaba las tareas menores como borrar la pizarra.


 

PROLOGANDO

Hace tiempo que tengo ganas de escribir y contar. Abulia o “Queséyo”* no me lo permitía. Y el miedo a ser inconveniente (cada día soy más prudente).

Hoy, acuartelado y orgulloso de mi familia y de algunos amigos, quiero escribir. Gracias. Estoy vivo. Ni en la tierra ni en el cielo. Tengo forma de nube y estoy lleno de piedras. Me llamo Gus.

4 patas. Dos en forma de brazos. Tres orejas. Pocos ojos y nariz grande. Torpe de natural y desmemoriado, viajo por el hoy al mismo tiempo que por el mañana.

 

 

CAPÍTULO I

Acabo de llegar al pueblo de la Gente. Todo un espectáculo. Casas altas y bajas. Sombreros y calvos. Cucharitas y camiones. Todo mezclado. El caos tiene un orden, una norma: cada uno se apaña. Y funciona. Y a Gente le gusta obedecer y creerse que manda.

La nube pesa y casi es niebla rasante. Qué bueno es tener lastre que soltar.

Mi amigo Po siempre va por arriba. Las neuronas lo hacen flotar. Y tiene más lastre que nadie.

Yo, como subo y bajo, me cruzo con él y alguna neurona le robo y le dejo alguna bolsa de arena más. Al mismo tiempo le robo risa.

Y vuelvo a volar.

El pueblo de Gente se llama Dra. Es redondo y tiene esquinas. Y mesas y vasos. Y árboles en la rotonda.

Ga, amigo que comparto con Po, pasea en un caballo rojo buscando flores y un mar para su barco.

Mientras tanto, en la cueva alta, los ladrones se reparten el botín.

Tor, el tabernero, los mira y sonríe. – “después vendrán a beber”.

Mujeres pocas. Viven cerca y van a cantinas más finas. Eso nos permite ventosear, gritar y eructar sin vergüenza.

Hace tiempo que Ga busca el descanso. Tener los pies a tierra cansa mucho. Y busca piedrecitas de colores hasta poder terminar la colección. Ya tiene tres. Ahora busca en la playa. ¡Una gran aventura!

Una gaviota, de normal amiga, le ataca. Ga agita los brazos y la gaviota le respeta los ojos.

El guano tapa las piedras. Ga Kanta* y las piedras bailan. Ga ríe. A Ga le gustan el orden y la contabilidad y por eso ordena y cuenta con frecuencia. Cuenta hasta tres. Y hace planes.

NOTA AL MARGEN

*Queseyo.- Sentimiento inquieto y dominante de carácter subjetivo.

* Kantar.- Emitir ruidos que no son risas ni llantos pero los pueden provocar y que tienen propiedades extrañas.

 

Y Kanta. Ese canto ejemplarizante y enrevesado que une versos anarkos a dictatoriales. Con el Kanto, las piedras bailan y algunas, en orden, salen de entre la mierda. Ga, entonces, ríe de nuevo. Piedras de rio. Todas blancas. De esas ya tiene. Son las piedras verdes las que te acercan al Poder.

Nota: El Poder no se llama Po. Po es otro.

El poder se Llama Der y su líder Joder. Y su contrapeso An. Su opositor es Uno, líder de los Otros.

Todos buscan piedras de colores.

El Tesoro está mucho más alto que las montañas. Unos frailes enmonjados y unas monjas enfrailadas, con velos y con cuerdas de nudos en la cintura, lo custodian. Dicen que se abre con canciones escritas en clave en los nudos de los cinturones.

Más alto, por encima, muchas más cosas. Pero ni por arriba ni por debajo, ni por el mar ni por el cielo se llega.

Po tiene piedras rojas. Color sangre. No busca el Tesoro. Busca, pero solamente él lo sabe.

Yo tengo piedras grandes y pequeñas. Grises o sin color.

En Dra llueve y hay humo. Un perro come una morcilla negra robada en el convento. Mientras, la vida en Dra sigue con toda la anormalidad que le es natural.

Los que vienen, a veces van. Y los que van, a veces vienen. Y hay quien se para y luego sigue. No todo al mismo tiempo, pero casi. Si les observas, entre los que van y vienen no hay diferencia. Se nota que les gusta ir y venir y pararse.

Hablan entre ellos. Hablan y hasta parece que se escuchan. Todos hablan de lo mismo: del ataque inminente al Tesoro, de lo bueno que está el licor de Tor y de lo caros que están los zapatos de punta. –“Claro -dicen- son los mejores para apartar las piedras al andar”.

Es tiempo de hablar y contar cosas que no sean números. Es tiempo de cuentos y recuerdos entrelazados. Más valen recuerdos que aciagas profecías. De esas ya se encargan los aciagos profetas.

 

 

CAPÍTULO II (NOTA: si los capítulos son cortos, puede que el lector acabe alguno)

Hace casi mil años coincidieron en tiempo y lugar Po y Ga. Ellos no lo sabían porque es imposible saber a la vez con quién y dónde estás. Fue en su primera reencarnación.

Po era musgo y Ga ciprés. Claro, tuvo que ser el musgo el que se moviera y, además, solamente conocía el lado norte de Ga.

En aquel tiempo, no recuerdo qué era yo.

Mucho tiempo después, tropezaron. Sin saberlo, volvían a estar en el mismo espacio – tiempo. En un lugar con escaleras y cuarto de baño común. Se recordaban vagamente y, como eran educados, hablaron. El caballo de Ga era más pequeño entonces y Po tenía 1200 pies y unas piernas muy largas. Como un ciprés.

Era tiempo de mujeres. Ambos sucumbieron al anzuelo de “por lo menos una”, aunque pensaran lo contrario. Der, el Poder, es femenino, como la muerte, solo que usa el artículo masculino para confundir. La verdad es que Der, como el mar, es MUJER.

Der se manifestó y todos obedecimos (yo también estaba). Con instintos naturales como herramienta, junto a condicionantes sociales vigentes en el momento, se establecieron redes con dobles nudos. Unas temporales, otras eternas, en función de la cantidad de aire que las branquias de cada uno necesitaran.

Cuento esto porque condiciona la historia. La búsqueda de piedras o la no búsqueda, incluso el mercadeo de las mismas, se basa en la necesidad casi siempre impuesta.

Siendo importantes, a las mujeres todavía no es hora de darles nombre. Permanecerán en la sombra, que es donde está lo importante.

Eran tiempos de academia y ya eran tiempos modernos: en las aulas se mezclaban todos los sexos, unos reconocidos y otros no. Y la proximidad favorece el efecto de las hormonas.

Al tiempo que se estudiaba oratoria, alquimia, biología o matemática, igual se aprendía algo. Se nos enseñó a hablar con propiedad para defender lo nuestro, a destripar bichos para comparar sus órganos con otras estructuras y ponerles nombres, a contar los beneficios de nuestro futuro trabajo e incrementar así nuestra ambición e incluso a medir el radio de una esfera por si alguna vez un goniómetro era fundamental en nuestras vidas. Algunos aprendieron algo, otros poco, otros mucho. Algunos, pocos, vieron la Luz. Todos los que pudieron se emparejaron. Los maestros lo consideraron un gran éxito ya que lo único que pretendían era conseguir más fieles para la NORMA.

Divagar más de lo justo sobre las leyes del amor dicen los sabios que es entorpecedor y satisfactorio. Ocupa tiempo, requiere esfuerzo, separa amigos y recompensa poco en el ahora, prometiendo menos a futuro.

Pero la NORMA es la NORMA: leyes escritas y no muy secretas que bien introducidas en las redes neuronales permiten a un colectivo no matarse entre si cada poco tiempo.

La apariencia de felicidad era el ambiente reinante. Nadie reconocía que las hormonas idiotizaban la sustancia gris, esa que en los bichos diseccionados nunca nos enseñaban porque decían que tenían poca.

Ahí. Justo Ahí. En ese momento exacto, es cuando muchos de los normalizados empezaron a buscar el Tesoro. Dice la NORMA en su apartado segundo: “Si no tienes, busca. Cárgate de piedras. Te doblarán con su peso y estarás tranquilo porque no te podrás mover”. Y en una nota aparte solo dirigida a los Maestros y conocida por la verborrea debida a una borrachera de uno de ellos dice: “Enseñarles y forzarles a buscar y acumular piedras. Su peso les impedirá moverse contra el Poder”.

Algunas mujeres tenían piedras y eso era otro atractivo. Otras, más inteligentes, te recompensaban cuando tú las conseguías. Otras, la mayoría, iban a su puta bola.

Y este capítulo termina con nuestros protagonistas emparejados, en su segunda fase de instrucción y con la NORMA carcomiendo su cerebro y abriendo la puerta de su alma.

 

CAPÍTULO III.  DEL OFICIO DE APRENDIZ Y EL SERVICIO A LA PATRIA

Época de sangre ardiente. Cosecha de sensaciones. No faltaba tiempo para libaciones, pero con muy pocos desenfrenos.

Otros formaban el núcleo de relaciones y marcaron ese tiempo: Otras tabernas, otros taberneros, otras ofrendas y algunas penurias. Imposible olvidar a esos otros que se fueron porque quisieron o no.

Fueron los primeros esbozos de libre albedrio, ese que la NORMA intentará eliminar.

Mucho tiempo de algunos dedicado al estudio. Otros menos. Cada uno mal eligió un oficio y empezó a aprenderlo. Años y noches. Meses y días. Libros y papeles. Buenos y malos maestros. Y una vida nueva, predominantemente nocturna. En esa época se nos presentó la noche como parte nueva del día.

Las piedras no eran importantes. Se funcionaba con arenilla. Lo más importante era lo que no se compraba.

Cada sentimiento, cada emoción escribía en nuestra biografía con tinta indeleble, casi con punzón.

El PODER cambió de manos vistas, aunque permaneció en las ocultas.

En el cielo y en el mar las nubes se iban haciendo y deshaciendo. Los antiguos ya vivían en ellas, vigilando de lejos a los nuevos. Nuestros antepasados personales vivían más cerca, compartiendo su casa, su comida y su agua con nosotros. Y empujando o sosteniendo nuestras ilusiones.

La tribu de los Rojaclemente había establecido buenas relaciones con la tribu Olivereta y la tribu Vallelaguar. Compartían día en la cama y noche en la calle. Se reunían en la Taberna Católica de la Fernandina, donde se permitía la entrada a sus modales y costumbres. Alcohol y juego, junto con largas palabras, eran las mercancías que se intercambiaban. Algunas excursiones buscando otros peligros que los hicieran sentir vivos se alternaban con retos donde no estaban prohibidas las trampas.

El Tesoro seguía su rumbo. Camuflado entre setas alucinógenas, viajó de arcón a baúl con alas de libélula. No necesitaba volar porque tenía porteadores seleccionados entre remeros del Volga y cofrades de Semana Santa. Marcaba el paso un timbalero que estudió percusión en la Escuela de Cráneos Huecos. Se escondía como la Santa Compaña, circulando de noche y por senderos pocas veces pisados. En esa época, como ahora mismo, comía de todo, pero lo que más le gustaba era lo negro y lo que brillaba. Un batallón de artilleros sin cañón, con aspiradoras inalámbricas, aspiraba en los caminos y en los bolsillos de Gente y de otras ciudades y, cuando la bolsa estaba llena, los pontoneros llegaban al cuartel de intendencia y allí acumulaban las bolsas. Se sabe que esas bolsas son impermeables al desaliento y al óxido y no se compran en las tiendas de bolsas.

Ninguno de nosotros participó en esas excursiones. Cuando fuimos llamados, nos vistieron como chicas de coro, verdes y caquis, pero con las piernas tapadas. Y nos acumularon en barracones, eso sí, perfectamente ordenados y numerados. Y por si acaso se perdía alguien o no recordaba su número, dos veces al día nos llamaban por nuestro nombre. Curiosamente no recuerdo que nos dieran ni pijama ni camisón ni gorro de dormir.

La Patria, una de las estructuras del PODER era la que nos llamó. Mensajeros expertos en encontrar personas, te tocaban en el hombro y al darte la vuelta te decían: -“Te están llamando”. Y la NORMA, escondida entre tus conciencias, te obligaba a ir.

Po y yo escuchamos la voz muy bajita porque nos llamaban desde muy lejos. Y era una voz helada, como queriendo decir que no se nos olvidara la bufanda porque en ese lejos hacía frio.

Llegamos. Qué tomadura de pelo. Éramos muchos y no servíamos para nada. Todas las casas eran iguales. Todos los sombreros eran iguales y todos los calcetines también. Y se empeñaban en instruirnos. La instrucción es la base de la disciplina, entendiendo como tal el conjunto de reglas de comportamiento para mantener el orden y la subordinación entre los miembros de una colectividad. Otra vez la NORMA. Qué pesada es.

-       VOZ EN OFF: “Ahora ven. Ahora vete. Ahora te toco la trompeta. Ahora el clarinete. Sube. Baja. Duerme. Bebe. Sobre todo, no pienses.”

Mal asunto no pensar cuando tienes tiempo. Malo también alejar tu cuerpo de los instintos que ya habían florecido. Malo y malo, como polos iguales de un magneto se repelían y nunca llegaba a ser demasiado malo. Calimocho y buena mano ayudaron los primeros meses. Mejores licores y labios ajenos, el resto. Algunos labios se fueron y otros se quedaron.

No hemos hablado del Tiempo, esa dimensión que estamos obsesionados en medir y que no se deja. “Es ahora” es mentira porque en ese mismo instante el ahora ya no lo es. Mañana o ayer dependen del segundo en que lo digas. Y ¿por qué lo llaman segundo si nadie conoce al primero?.

NOTA AL MARGEN: Durante mi servir a Patria había Gente a la que llamaban Primero pero observé que eran casi los últimos.

No hay mejor manera de pasar el tiempo que pensando en él. La unidad de tiempo es el segundo. Mal. La unidad de tiempo debería ser el primero, aunque sea casi el último. Nadie le ha puesto nombre a la ausencia de tiempo. Lo bautizaré como Ilusión. Y a la unidad para medir el no tiempo la llamaré Sensación. Y a la estructura creada, Universo.

CITA: Uno de los sabios académicos, que era tan feliz que se llamaba A-gustín, como también se aburría, pensó que el tiempo es aquello que sabes lo que es si nadie te lo pregunta pero que no sabes cómo definirlo si lo hacen.

¿Es el Tiempo discreto? No lo sé. No contesta cuando le llamo. Será que no está. Es lógico. El pasado se marchó y el futuro no llegó.

¿Es el tiempo continuo? No lo sé. No contesta cuando le busco. Debe no estar, y, si a veces no está, debe ser discontinuo o también llamado discreto.

Al final va a ser como una bruma de posibilidades.

Concluyó el tiempo de servir y dejó huellas en la Patria y en cada uno de nosotros. Hilos de papel nos mantuvieron unidos y permitieron el reencuentro y proseguir con la búsqueda del Tesoro.

En ese momento y por encima de la falacia temporal, se esperaba el reencuentro y profesionalizar nuestro oficio.

 

CAPÍTUO IV. LOS OTROS

Veinticinco veces llamaron a la puerta y no abrí. Si quieren entrar que la derriben. Y que me roben mis piedras o lo que quieran. No me resistiré. Pero que no hagan ruido.

Son tenaces en el acoso, pero incapaces en el derribo. En los manuales de uso de los enemigos no clarifica si son cobardes o ahorradores de energía innecesaria.

Su don, la manipulación. Sus armas, todo lo que ves, todo lo que oyes. Todo lo que tocas, todo lo que hueles. Son capaces de cambiar el color de un árbol para provocar tristeza si detectan en ti un pensamiento inadecuado. Son capaces de provocar trinos matutinos si tus sueños han sido correctos.

Pocas veces usan la violencia. Saben que no es necesaria para matar.

Describirlos es complicado y cansado. Lo iré haciendo poco a poco. Sus ideas también son fatigosas de explicar, por lo que este contador las desgranará como cuando da de comer maíz a pollos enanos.

Lo que quieren si es fácil de saber. No quieren el Tesoro. No quieren el Poder. No quieren perderlo. Guysano, el sociólogo que trabaja como sabio en la Academia, justo en el momento de rascarse el culo, enunció:-“No se quiere lo que ya se posee, pero se mata por mantenerlo.”. Como la rascada fue larga porque su higiene era corta, siguió: -“ Lo de uno, es de él, lo de muchos es de uno. Y si no de uno, de otro, pero solamente de uno.” En su tercer enunciado del día, aprendieron sus alumnos que no hay que morderse las uñas después de rascarse el culo.

UNO, pieza importante en el tablero. Una vez es uno y al tiempo otro, porque les encanta matarse para ser uno. Persona, animal o cosa con la gracia suficiente para ser más capaz que los demás en aprovecharse de las situaciones. El primer Uno se llamaba Listo, pero después, toda una saga de Gilipollas (el último muerto fue el decimonoveno) han ocupado el puesto. También han destacado sagas como los Listillos, Lameculos, Asesinos, Rastreros, y, la que más, Breves. Entre los breves destacaron Sutil, Lince y Perspicaz. La historia oficial, y lógicamente censurada, también cuenta de la existencia loada de Decano, de apellido Perenne, que fue UNO tres generaciones.

NOTA AL MARGEN: En la historia apócrifa, se habla de la existencia de DOS, ventrílocuo y maquillador de Decano, y se cuenta que “El Perenne” vivía en una habitación muy pequeña sin baño, de madera de Palosanto y forrada por dentro con tules y terciopelos. También se dice que era frugal para comer.

El UNO actual, Discreto V es UNO desde hace quince días. Su antecesor Perifollo I murió al empolvarse la nariz por no tener catador de polvos de nariz.

Vive en la casa más alta de Gente, en el ático, aunque está pensando en cambiarse a la planta baja por si un resbalón.

No suele aparecer en público salvo cuando actúa como solista de arpa en la Orquesta Municipal.

En su primera reunión con los funcionarios jefes, jefecillos, subalternos y picadores, les dejó claro el objetivo: -“ El enemigo es ahora la Triada. Son peligrosos porque se ríen. Y eso se puede contagiar.”

No es que la NORMA prohíba la risa. Solo prohíbe la risa sincera, esa que nace ante el ridículo ajeno, lo inconveniente y el descaro. La risa oficial provocada por bufones con guion no solo no está prohibida, sino que está pautada y recomendada.

UNO ha decidido que no se va a salir del guion. No debe hacer nada salvo seguir vivo y procurar que siempre haya alguien a quien echar la culpa. No hace falta intervenir para que los funcionarios se dediquen a imponer el cumplimiento de la NORMA y beneficiarse con ello.

En la Corte de UNO, están LOS OTROS. Para ser de los OTROS, debes haber conseguido que algún OTRO muera, se jubile o se haga funcionario. No pueden ser UNOs.

Otro sabio Académico, Milongo, que dice enseñar Economía Equilibrada, en un evento financiado por la Sociedad de Especuladores Anónimos, afirmó: -“El número de OTROS es y será siempre estable. El Equilibrio universal impone que el PODER, al igual que la riqueza, la sabiduría y la belleza, son finitos. Ni se crea ni se destruye. Y para que uno lo obtenga, otro lo tiene que perder. Como dice el refranero: Lo comido por lo servido o las gallinas que entran por las que salen.”

Los OTROS controlan la Patria y a sus soldados. No uno a uno, sino cuando los tienen juntos. Y les compran palos y espadas y otros artilugios que hacen daño y pueden hasta matar. Y les dejan jugar con ellos. Ocasionalmente los pasean por las calles de Gente y por otros sitios para que todos los vean. Esta sabia medida les ha evitado muchos problemas.

Tienen un medidor de tensión pública, basado en la cantidad de nubes bajas, hormonas ambientales, equilibrios demográficos y aforo en los espectáculos. Cuando esta tensión es inferior a 100 vasallajes por kilómetro cuadrado, salen los soldados a pasear y enseñar sus juguetes. Cuando baja de 70 v/km2, se reparten bofetadas a unos cuantos en sitios significativos y si baja de 50 v/km2, le arrean a todo lo que se mueve. La última vez que esto pasó, siendo UNO Acacio II, hubo enanos muertos, chichones varios y alguna fractura. La Historia apócrifa lo llamó “la rebelión de los bajitos” y la atribuye a la falta de orejeras para el frio y de afiladores de hachas de leña.

Usan a diario a los Aplicadores (empleados regularmente pagados unos y a destajo otros, que interpretan la NORMA según les convenga y dictan los parabienes y escarmientos para buenos o malos cumplidores).

La pena máxima al que no cumple la Norma es el descamamiento, que consiste en no permitir meterse en la cama hasta que te mueras y se aplica cuando un Aplicador decide que se ha hecho uso indebido del libre albedrio. Si ese uso es debido o pagado, determina la sanción.

Para llegar a ser Aplicador Regular, es necesaria una oposición muy dura y el puesto se asigna por méritos.

Las sentencias y la vigilancia están en manos de los Pirulos, especie de Policía luminosa, que patrulla por tejados y calles, con poca empatía y mano suelta. No les gusta estar solos y llevan gorras decoradas con palitos amarillos, palos más gordos enfundados en la cintura y botas claveteadas. Cuando se enfadan, forman grupos numerosos, cambian la gorra por sombreros de latón y sacan los palos de las fundas y los agitan, con el consabido riesgo de golpearse las rodillas y tener un accidente de trabajo.

En este largo capítulo no cabe todo lo que se puede decir de los OTROS: donde viven, qué comen, qué coleccionan, su identidad sexual ni otras tantas cosas de interés, pero esto no debe preocupar al lector, sino animarle a seguir en la lectura y ejercitar su imaginación.

En Gente hay toros, como en todas partes, pero no hay demasiada costumbre de matarlos en público. Aun así los matan de seis en seis y dicen que no hay quinto malo. Yo no estoy tan seguro.

 

CAPÍTULO V – DEL USO DE LOS VOCEROS Y OPINADORES.

No se preocupe el lector por el abandono de los protagonistas. Gus, Po y Ga siguen sus vidas rutinarias mientras usted se empapa de su entorno. Todos han encontrado oficio y sueldo. Y mujer que se los administre. Todos son sanadores. Ga se dedica a sanar criaturas y convencer a madres. Po está en asuntos del ino, crono y dromo del tropos y Gus, el que les habla, anda en esos momentos aplicando remedios y cataplasmas.

Todos han conseguido cabaña en Gente y algún que otro mueble. Todos tienen cama. Y todos saben leer y escribir. De hecho, Po y Ga se ganan la vida escribiendo en unos papelitos personalizados y Gus, el que les escribe, se la gana leyéndolos y siguiendo sus instrucciones.

También les gusta leer otras cosas, y más si son documentos ilustrados. A su alcance también tienen documentos ramplones y baldíos, escritos por opinadores y voceros y hábilmente distribuidos por doquier. Po tiene especial agrado en hojearlos ante un café caliente o una buena libación de cebada fermentada y debidamente enfriada.

Ninguno de los tres se juramentaría con el contenido de esto libelos cuya atracción consiste en la calumnia y denigración de personas, ideas e instituciones, pero los tres son conscientes que su influencia es amplia entre Gente.

Últimamente se están distribuyendo vocerías por otros medios.

NOTA AL MARGEN: Se llaman medios porque no hay ni uno entero o sincero. La información a mitades es la más usada.

Se cuelgan panfletos en los cruces de caminos, colgando de las cruces que hay en los cruces.

Se distribuyen panfletos en las calles y hasta se llevan a domicilio. Los que no abren las puertas han hecho un agujero o han dejado una caja en la calle con su nombre.

Las últimas novedades son unos paquetes de voces o de letras que salen de unos aparatos en forma de caja. Se venden en tiendas especializadas y no tienes que pasar las hojas para enterarte de lo que dicen.

Se supone que todos los voceros y opinadores reciben piedras o prebendas a cambio de su voz u opinión. Sobre esto, otro sabio académico, Pilastre, maestro en el arte de marear la perdiz, dijo: -“Antes de opinar, pregunta al que te paga. En caso contrario pasarás hambre”.

Puede ser esclarecedor un ejemplo: Si al lado de una esquela cuelgas un libelo, se debe procurar una de las dos siguientes opciones:

-       Desacreditar e incluso maldecir al finado, con lo que se cobrará a sus deudores no satisfechos o hijos desheredados.

-       Loar al interfecto por ser heredero agradecido o tener interés o negocio con sus legatarios.

Para no conseguir nada, mejor no usar papel.

Discreto V no participaba mucho en estos menesteres. Su distracción ahora eran unos retrovisores de oreja para los ataques a traición y una colección de embrujos contra el mal de ojo. Por si acaso llevaba un imperdible con un lacito rojo en su ropa interior.

Los académicos sabían y enseñaban cómo hacerlo, pero cobraban. Estaban tranquilos porque en los contratos formativos constaban cláusulas que los protegían.

Los magos casi no salían de las Maguerías, y se protegían pagando publicidad. Las Magas, cotilleaban por su cuenta.

A los muertos les importaba poco lo que se dijera de ellos, pero por si acaso procuraban dejar las esquelas pagadas. De los herederos y acreedores ya hemos hablado.

Entre los Aplicadores y los Pirulos había tranquilidad. Eran la mano de obra.

La gente de Gente era usuaria del producto, Casi nunca protagonista. Sus anécdotas eran el relleno perfecto.

Los verdaderamente afectados e implicados eran los OTROS. Canon-cete, el maestro de matemáticas más artero y calculador de la Academia, cifró en la décima parte del producto producido bruto mundial (PPBM) la cantidad que unos OTROS se gastaban para desprestigiar a otros OTROS o para protegerse de los desprestigios de esos OTROS.

Y luego dicen que el papel es caro.

 

CAPÍTULO VI – LA MAGIA

“Mago sin camisa no vale una Misa”, viejo refrán popular.

Hacer volar las piedras, frenar una tormenta de arena, convencer a un hombre para que te dé la razón, brillar a la luz del sol, escupir en contra del viento y cualquiera de los sucesos cotidianos son magias viejas que, de viejas, no se consideran magia.

La magia es lo que hace posible lo que ayer no se podía hacer. Algunas cosas sí se podían, pero como los magos son muy reservados, lo mantienen en secreto por si algún día no tienen nada que inventar. También por si mañana sube su cotización en piedras y lo pueden vender mejor.

Magos, magas, hechiceros y hechiceras, brujos y brujas, encantadores, nigromantes, cabalistas, zahorís, augures, oráculos, alquimistas, taumaturgos, hechizadores, espiritistas, milagreros de todos los géneros y similares oficios, viven de la magia. Nadie salvo Canon-cete ha calculado el peso de esta parte de la economía en el PPBM. Lo publicará en su siguiente artículo en la famosa revista “The Fantastyc Economy of the world to come”.

NOTA AL MARGEN: Casi nadie entiende que si el idioma oficial de Dra es el Draniano, los títulos y los resúmenes de los artículos científicos se escriban en un dialecto que solo ellos conocen. Los cabalistas sí lo entienden.

 

Mención y capítulo aparte merecen las creencias religiosas, sus profesionales y acólitos remunerados. Pero esos no usan este tipo de magia, sino la de convencer sin ver.

La Magia es y está en todas partes. Los cientos de libros leídos a este respecto y que todos ustedes conocen dicen que en unos sitios más que en otros. Puede ser. Pero es y está debajo de la concha de un caracol y, a la vez, sobre la lechuga que ese caracol se está comiendo.

OTRA NOTA AL MARGEN: “EL Manual para la lectura inspirada de las sendas animales”, en su apartado VI, cuarto párrafo, dice (sic) “…el que sepa interpretar y leer el rastro de un animal que se arrastre sobre una hoja verde no tendrá dudas en qué número de lotería debe comprar”

El negocio de la Magia no estaba muy bien organizado. La mayoría eran autónomos. Y muchos trabajaban en negro ya que si hay un truco mágico fácil es esconder cosas.

Por abreviar, a todos los que se dedicaban de forma profesional o aficionada a este menester les llamaré Magos, sin obviar que este nombre incluye a las criaturas de todos los géneros y de todos los mundos.

Para empezar en este negocio hay que nacer. Hay pocos nonatos magos. Lo siguiente es vivir. Los magos conocidos que ejercen muertos son unos treinta en todos los mundos. También es importante hacerse mayor. La Magia suele florecer entre los 14 y los 16 años, pero da sus mejores frutos a partir de los 60. Madura y se cae, como media, a partir de los 200. El lector puede hacer sus cálculos estadísticos si es capaz de interpretar los Símbolos porque el Registro de Magos es público y críptico.

El Mago más importante de nuestra historia es Color. Nació de pequeñito y se fue haciendo mayor en una portería de la calle sexta de Dra, en el barrio de los coleópteros pentámeros, cerca del rio y de las zonas encharcadas. Se mojó mucho de joven y por eso decidió hacerse Mago, principalmente para aprender a andar sobre las aguas sin mojarse, como veía hacer a los coleópteros pentámeros. La humedad le hizo crecer rápido, pero la altura de su cabaña, le evitó hacerlo recto. De cabeza plana, joroba respetable y piernas torcidas, a su edad actual de 86 años ya era casi famoso. Cobraba un sueldo digno del Poder y, aparte, tenía consulta Privada.

Gus, Po y Ga le conocieron en una fiesta temática que organizó Guysano para celebrar un pensamiento nuevo y atrevido que había aparecido en su occipucio.

El café estaba amargo, y optaron por añadirle azúcar y algún brebaje esclarecedor. Como el alcohol estaba prohibido en las fiestas de Guysano, fueron pirañeando hasta notar un bulto en el sobaco de Color. Sospechando de algún embrujo libidinoso, se acercaron y lo palparon, no quedándole al joven Mago más remedio que invitarles cuando palparon la forma de garrafa y la consistencia del cristal. La frase de Ga: –“¿no va a ser todo para ti?, ¿verdad?”, con ojos de nutria amenazadora fue la llave del conocimiento y el compartimiento.

La Tríada era usuaria básica de Magia y, sin saberlo, la usaba básicamente todos los días. Eran encantamientos sencillos: Juntar piel, bajar la fiebre, modificar el ritmo del corazón, taponar una diarrea y otros aprendidos en la Academia y en las revistas escritas en dialecto.

Po estudiaba otros tipos en sus ratos libres. Consideraba seriamente las ventajas de estar en varios sitios a la vez y de que nadie supiera tu nombre a la vez qué dónde estabas.

Ga era experto en deportes extranjeros y en mandos a distancia, pero mejoraba cada día en el embrujo de dar órdenes y que algunos le obedezcan. Ésta es una Magia muy difícil ya que solamente se enseña a UNO y a los jefes de la Patria. Ga aprendía en la práctica diaria.

Mi magia preferida era la palabra. El principio mágico del discurso suele ser enredar en la red de tus argumentos a la víctima sin permitirle ver camino ni dirección, y, una vez desorientada su brújula semántica, usar sus propios argumentos manipulados para llegar a una conclusión interesada. 

Tampoco les importaba contratar magos para conseguir sus fines. Cuando la necesidad aprieta, el bolsillo tiembla. En los sindicatos de magos contratados y en las patronales de magos propietarios, en las asociaciones de magos autónomos y en rincones oscuros (pero limpios) de las ciudades, se pueden consultar las condiciones de este tipo de contratos. Hace tiempo que no se firman con sangre ni se pagan con almas. Todos saben que no es bueno engañar a un mago porque tienen buena memoria y mal carácter.

Los Magos no son campesinos incultos. Saben decir las Palabras Ocultas y conocen Actos Ocultos. Algunos incluso consiguen la intervención de Seres Imaginables. Con estas mañas consiguen resultados algunas veces naturales y otras contrarios a la ley natural conocida. Lo importante es que sorprendan y ayuden a los clientes a conseguir sus objetivos y a ellos se les llenen las bolsas.

Los encantamientos siguen modas, como la ropa y los modales. En ciclos más decadentes imperan los que buscan facilitar las relaciones sexuales. En ciclos menos liberales, también. Aparte de esos, unas veces se pagan más caros los de hacer daño a los demás o los de defensa propia. Y siempre los de llenar la bolsa. Para quitar el hambre hay muchos, pero no se venden. Los que sirven para teñirse el pelo o sanar la sífilis tiene mejor mercado.

Nuestros amigos buscaron la ayuda de Color. Consultaron sus precios en la privada y su lista de espera en la consulta financiada por el Poder y decidieron intentarlo por la cara, es decir, a cambio de favores. Suele ser el precio más caro, pero no requiere desembolso inicial.

Hacia las seis de la tarde, después de una mágica siesta, los magos están más receptivos. Lo buscaron y encontraron en la calle del Agua Azul, rellenado sus botellas y frascas de una de las pocas fuentes de agua astringente de Dra.

Sospechando de un desprendimiento diarreico, Ga y Po lo abordaron ofreciéndole sus remedios. Color los reconoció y, conociendo su profesión y fama, aceptó escucharlos. Le recomendaron zanahorias y agua de burbujas y se ofrecieron a escribírselo en papel oficial. Gratis, claro. En recuerdo de viejos tiempos.

Le ayudaron con los recipientes llenos hasta su casa. Vivía en lo alto de una colina, en una cabaña solitaria donde poder ejercer su oficio lejos de la curiosidad mundana. Otro motivo era que le resultaba más barata la cuota del seguro porque si se le escapaba algún sortilegio o explosión, los daños a terceros eran menores.

Cuesta arriba, cuando se camina más despacio, le engatusaron con promesas vanas de sanaciones futuras. Cuando llegaron, les dejó entrar.

Po, hábil, mostró entonces una botella que llevaba en su maletín. Era licor de anises destilado (70º). Las arrugas del entrecejo de Color desaparecieron. Ofreció vasos y sillas y unos dulces de boniato.

Ya siendo oscuro, el semblante mandarino del Mago era tornasolado, sus venas estaban dilatadas y su mirada vidriosa. Momento elegido por Ga, excelente negociador, para pedirle su intervención en la búsqueda del Tesoro.

El Mago, borracho pero no tonto, accedió, pero les pidió a cambio un colchón anti escaras, una cirugía para la hipercifosis y una prótesis de silicona para redondear su cabeza.

Tras la exaltación de la renacida amistad y el intercambio de formas, cerraron el trato.

Mágicamente, claro.

NOTA AL FIN DE CAPÍTULO: Los tratos mágicos se cierran con palabras y gestos que vienen a significar una bendición o una maldición según se cumplan o no. La bendición más frecuente es la de repartirse los beneficios y la maldición, que se pudra la parte del cuerpo más querida.

 

CAPÍTULO VII - PLANIFICANDO

En la taberna de Tor, entre risa y risa, se habla de futuro. Mis compañeros de aventuras, ligeramente canosos, piensan y planifican su retirada del mundo activo. No están muy decididos. Por eso están en la fase de imaginar futuros maravillosos, en vez de reales. Pero forma parte de la diversión.

Con los zapatos llenos de polvo y condescendencia práctica, suelo aplaudir sus ideas y casi me las creo. Por lo menos durante un rato. Pero Ga es muy cabezón.

La idea de cruzar el Mar Grande en busca de playas y deleites varios era la más repetida. Hacer lo que nunca se hizo era la idea más frecuente. Las sinapsis límbicas salivaban al sonido de las ilusiones.

Y se hicieron planes. Y en casi todos hacían falta muchas piedras. Y las palabras derivaban a planes para conseguirlas. Se intentaron juegos y loterías, pero el más comentado fue atacar y atracar el Tesoro o parte del mismo.

Como alumnos aleccionados y metódicos, se recopiló y estudió bibliografía. La primera conclusión fue que no éramos los únicos. Los siempre poseedores estaban blindados por los múltiples ataques de muy variadas facciones. Otros ejércitos y organizaciones lo habían intentado y seguían en ello. En Dra se rumoreaba un ataque inminente.

-“ No pasa nada”- enfatizó Po. –“Nuestra originalidad inducida podrá encontrar el camino.”

En metódicas reuniones semanales, el metal se golpeaba y la forja se calentaba a base de fuelle.

-“ El tesoro está muy alto, por lo que primero hay que localizar algo que suba alto.”- dijo Ga.

-“Para eso usaremos las nubes y el lastre”, contesté. -“Librarse del lastre de casi toda una vida ya es conseguir un tesoro”.

Todos estuvimos de acuerdo. Todavía no sabemos cómo hacerlo, pero sí hemos identificado la mayor parte del lastre. La Norma dificultaba esta operación, pero no la imposibilitaba. Aparcamos la idea en la estantería de las balanzas, justo al lado de la del valor.

Meses de estudio y debate llevó resolver el escollo siguiente: ¿por dónde se entra al Tesoro? El lector aplicado ya conocerá que no se puede entrar ni por arriba ni por abajo. Una pródiga y fértil libación provocó un derrame de acetil colina: –“De lado. Entraremos de lado, como se entra en los sitios estrechos”, dijo Po, con su lógica anti determinista. Po confiaba en que el azar era un factor básico en el mundo físico, por encima de principios y reglas. Otra idea en la balanza.

En ese momento, un seísmo en la Norma hizo temblar las luces.

Ya pasadas las fiestas del calor, la Triada convocó Junta General. Un lapso de larga duración suele darse en tiempo de Calor. Los cosechadores hacen el agosto y el resto cosecha descanso y desencantos.

Durante el Calor, Po visitó otras ciudades diferentes de Dra, que las hay; Ga se embarcó a otro continente, que los hay, y yo me quedé en esta tierra, con un ir y venir a ver parientes y no hacer nada.

NOTA AL PIE DE PÁRRAFO: No hacer nada debe entenderse como una querencia a la inactividad, inducida por la pereza, pero que, al tiempo, genera inquietudes éticas sobre el tiempo y los recursos perdidos. Dice la NORMA: “… es la pereza uno de los peores pecados, pues genera placer y ganas de pensar, sobre todo en cómo no trabajar. Por ello hay que evitar su pensamiento y castigarla si aparece. Para que otros vivan, muchos tienen que trabajar. Si quieres vivir, haz que otros trabajen.”

Cuenta Dra que en otras ciudades también vive gente muy parecida a nosotros. Hablan raro, comen raro, beben mucho y se acuestan temprano. En todas ellas hay casas grandes y pequeñas, algún templo, las propiedades del Poder y calles sucias y limpias. Muchas tienen ríos. También hay Pirulos y representantes de UNO. Supone que también están por allí algunos OTROS.

Cuenta Ga que, para llegar al otro continente, al que llamó Ánglica, tuvo que volar en una nube de uso múltiple durante días y que, por suerte, la nube tenía restaurante, taberna y posada.

En Ánglica, sigue Ga, hay personas iguales y diferentes, algunas hablan Draniano, otras no. Las posadas, como los caminos y los prados, son espaciosas y baratas y hay sitios cerrados con atracciones de todo tipo en los que hay que pagar para entrar. El cielo también es azul y la hierba verde. Usan caballos muy grandes, por lo que los caminos son rectos y anchos. Las casas grandes están juntas y las pequeñas separadas. Los que viven en casas pequeñas tienen cortacésped y barbacoa.

A Ga le gusta observar al Poder, más que nada para aprender, y se dio cuenta de que sus representantes allí eran muy poderosos. Y las piedras que usan valen más que las nuestras.

No es el primer continente que visita. Tiempo atrás estuvo en Conchin. Allí, contaba, las gentes son diferentes pero muy iguales entre sí, hay más bajitos que altos y son muy trabajadores. El Poder recae en pocos y el representante de UNO tiene muy mal genio. Se rumorea que fabrican piedras.

Yo, mientras ellos exploraban lugares para el futuro, seguía planificando. Una picadura de mosquito y la cercanía a un rio me recordaron las lecturas de niño: en el libro “Cuentos del mundo para niños sosos”, en el cuento “No todo lo que vuela va a la cazuela”, dice (sic) “…el Tesoro no se come, pero sirve para comer. Quien lo guarda lo ata corto, pues puede volar. Alas de libélula, que no se pueden plegar, dos por lado que, agitadas por separado, le hacen fácil el despegar y en el aire maniobrar.” Y un poco más adelante: “...si del Tesoro quieres comer, primero lo tendrás que coger. Si no sabes volar, las alas, en tierra, le tendrás que quebrar.”

Mi memoria es escasa. Recordaba que había un libro, pero tuve que buscarlo para poderlo citar. El libro está en mi mano y en la introducción dice que su autora, Carolina Inquieta, viajaba con frecuencia por tierra, mar y aire en busca de papel, tinta, pluma y cosas de comer, lo que induce a pensar que la ficción narrada puede tener origen en lo acontecido en su vida real.

Volvamos a la Junta convocada, pasado el Calor. Junta oficiosa, sin orden del día, como la mayoría, con ganas de contar cosas y recuperar las risas.

Después de que cada uno contara su historia pasamos a la fase de burlas de las historias de los demás. Tras la encomienda de las bebidas, Tor sacó las “herramientas” y empezó el juego. Llamaba herramientas a la caja que contenía el juego, papel para apuntar y pluma para escribir. El juego consiste en contar. La caja está llena de prismas de dos colores que pueden estar de canto o tumbados. Cada prisma es diferente a los demás y tiene dos caras: una oscura y otra partida y dibujada. En la cara dibujada, cada partición sirve para enlazar o abrir juego. Se depositan en la mesa todos los prismas con la cara dibujada boca abajo. Cada jugador elige uno o más prismas, les da la vuelta y los coloca boca arriba en el centro o camino de la mesa. El siguiente, siempre el de la derecha, elige hasta que encuentra otra ficha que enlazar y abrir otra puerta. Y así hasta que no quedan puertas que abrir o se acaban las fichas. Gana el que más fichas coloca. Las apuestas pueden ser de cualquier tamaño.

Lo más divertido del juego es ver como cualquier otro jugador pierde o se para a pensar. Y es costumbre insultarse, llegando incluso a la ofensa personal.

Entre trago e insulto se abordó de nuevo el ataque al Tesoro. Ga y yo, compitiendo por aportar las ideas más locas y, lo más importante, discutir, observamos que nuestro objetivo tiene un rumbo. Va de una parte a otra con un destino. El destino puede ser cambiar constantemente o encontrar definitivamente un sitio seguro. Ga pidió un plato con dulces por ver si la glucosa abría mi clarividencia o, por el contrario, la obnubilaba. Todos comimos y el discernimiento apareció: No teníamos ni idea de dónde estaba ni a dónde iba.

Brindamos por el Timbalero que acompañaba el séquito. Y como al son de timbales y fanfarrias salimos a la calle.

Es costumbre en Dra despedirse en la puerta de las tabernas, porque en el interior las despedidas se hacen eternas. En la calle no se permiten cánticos, pero sí algaradas y faroles. Como farol y quite de espada a la vez, absolutamente cansado y deseoso de jofaina y camastro, Po tarareó una marcha timbalera. Ga le mandó callar – “te van a oír”, dijo, más una palabra soez.

Y saltó la idea: “…(palabras soeces y procaces)…los timbales se oyen, y más de noche”.

Con la ilusión de una nueva pista, Po abandonó el grupo y a la grupa del caballo de Ga llegué a mi cabaña.

Durante el camino se habló de esas que levantan la grupa fondona al andar.

El café me desveló y los destilados barrieron mis sinapsis. Podía pensar con libertad. Ante la dificultad de nuestro propósito decidí elegir pensamientos positivos.

El destino es errático, pensé: los vientos de la vida lo alteran con cada soplido. Quien lo nombró como guía imperturbable de los acontecimientos sabía que se equivocaba pero, con el nombre, advirtió al mundo: Des – Tino: La negación del acierto. Lo previsto por los Dioses, especialmente por el Dios que Señala el Camino, sucederá si se reúnen las condiciones para que suceda. Nada es imposible, solamente improbable. El concepto de infinito así lo establece.

El condicionamiento necesario y fatal que supone el destino, nefasto por definición pactada, es, cuando le apetece, gozoso y evitable.

Los dados que dicen tiene el Sino no siempre son propicios ni dichosos. Color había publicado que los dados eran de dos caras, pero que en el cubilete caben tantos como preguntas se le hacen.  La mano del Dios que Señala el Camino es grande porque la vasija donde los agita mide más que un rayo de sol. En una cara hay un sí y en otra un no y el resultado depende de hacer o no la pregunta adecuada y del momento en que se concibe. Si yo presumo de mis tres orejas, este Dios tiene más. Escucha todas las preguntas que se le hacen a la vez, tira los dados en el tapete verde de la pradera eterna (apartando primero las vacas) y elige el que le da la gana para cada respuesta. Suele guiarse por la música.

Nota sobre un personaje que no aparece en la lista oficial: El Dios que Señala el Camino es un Dios de estatura mediana con brazos y manos descompensadas, de la misma edad que el Mundo, un poco calamocano, caprichoso y jugador empedernido. Es bastante miope y no usa gafas por coquetería.

El no-si y el desatino se rigen por las mismas normas.

Si nada es imposible, sigamos con el plan. Se trata de ofrecer dádivas al Dios de los dados para que nos beneficie con la elección. Aparte de tomar las decisiones después de conocer el resultado de nuestras acciones. Así lo hace el Poder.

Reunión tras reunión, iban apareciendo ideas y pariéndose planes. Sabíamos que el único plan viable era actuar en cada momento como mejor nos pareciera, pero nos gustaba hacer previsiones.

Otra nota del pesado del autor: Prever es ese estado en el que se tienen visiones del futuro, normalmente inducidas por la reflexión, la suerte o algunas sustancias. En el juego de contar se da con frecuencia cuando soy yo el que le da la vuelta a un prisma y ya se presiente que será el adecuado.

Al Tesoro lo seguiremos de noche por el ruido del Timbalero. Un timbalero es más barato que un ejército y hace el mismo ruido. No será necesario vencer a soldados y oficiales uniformados. Y el timbalero no puede manejar a la vez un arma y las baquetas.

La idea es correr más veloces que la comitiva. Con un buen sonokilómetro calcularemos la distancia. Nos acercaremos paulatinamente. Pero atacaremos de día, cuando la comitiva no se mueva. Un cortejo cansado y quieto es más fácil de engañar que una escolta en movimiento.

La guardia monjil que acompaña al convoy son una comparsa de leales adoradores. Son difíciles de sobornar, como todos los aborígenes de la tribu Culto. No por convicción, sino porque el Poder les ofrece más que otros y mantiene sus privilegios personales y tribales.

Descartada la compra, queda el engaño. Avispados algunos, pero barriplenos la mayoría, intentaremos vestir y actuar como ellos.

Ga vestirá hábitos marrones y amplios con cordón anudado y joyas de Abad. Eso sí, alpargatas de marca. Intentará ejercer de confesor y penitenciero.

Po se disfrazará de virgen novicia. No crea el lector que le gusta el disfraz, pero lo exigió porque era el único que le permitía “actuar” cerca del resto de reverendas y dueñas. Sospechamos que tiene intereses cruzados que le motivan más que el propio Tesoro.

Yo simularé ser un pecador arrepentido solícito de plegarias. Mi conduelo debería apiadar y enternecer a la troupe.

Lo siguiente será protegerse de los gases alucinógenos entre los que desfila el boato, procedentes de las féculas mágicas que consumen los porteadores. Como todavía no se ha inventado el carbón activado, no nos quedará más remedio que irse aclimatando a estas atmósferas y encallecer los sentidos a base de uso continuado. En este proceder, los estudios de Po y Ga nos ayudarán. Sus papelitos oficiales facilitan muchas cosas.

Una vez el Tesoro en nuestro poder y no en poder del Poder, de todos es sabido que se abre con canciones. Puede que se abra también con risas, por eso la NORMA las prohíbe. La tríada sabe reír. Cuando no pueda con canciones porque no encuentre la clave en los nudos de los cordones de las sotanas, reirá y el Tesoro se abrirá. También se le puede tentar para que abra la boca con comida. Prefiere lo negro y lo que brilla.

Sic erat scriptum”, que quiere decir “así fue escrito” en lengua de rezar : “Las bolsas que contiene son impermeables al desaliento”. Esa es la causa de que siempre tienden a estar juntas para ser más. Si robas una, y la escondes bajo el hábito de Ga, puede que las demás le sigan, lo que facilitará el transporte. No debe haber problema con las humedades infra-sotanales de Ga, porque las bolsas son impermeables al óxido.

Por si acaso, llevaremos un carrito de la compra con cuatro ruedas.

La ecológica idea, también de Ga un día que estaba ecológicamente inspirado, de llevar nuestras propias bolsas, se descartó porque las bolsas de guardar tesoros no se venden en tiendas de bolsas.

Será difícil yuxtaponer más planes a tantos, y es posible que el lector tenga que repasar párrafos y capítulos anteriores para entender el esqueleto de este boceto de proyecto. En todo caso, como la ortografía Normalizada me permite una oración aclaratoria entre comas, diré “coma- ¿qué más quieres que te cuente Catalino si ya conoces el camino?-coma”

Punto y fin de capítulo.

 

CAPÍTULO VIII – NO VALEN RIMAS

An, contrapeso de Der. Equilibrio que garantiza la estabilidad del sistema. Gran conocido y colega de UNO y de muchos de los Otros, manipula la Norma a su antojo y tiene buen ojo. Nacido en Tonculato de padre soltero y madre multípara y promiscua.

-“Es mi derecho estar sobre lo hecho”, “es mi destino reinar”, “yo soy la solución a mis problemas”, “las escobas no solo sirven para volar”, “que bien salgo en los retratos” y “me lo merezco todo” son algunas de sus citas más famosas.

En los libros de historia reciente todavía no aparece porque los han escrito los prosistas cercanos a Der, pero domina como nadie la ciencia panfletaria.

En Tonculato no tiene calle ni casa. Pequeño pueblo del continente de Aquí, Tonculato es famoso por ser el proveedor de sábanas y tapalotodos de Dra y cuna de gusanos. An gateaba por sus calles sedosas y aprendió a arrastrarse antes que andar. Tuvo una infancia embarrada, una adolescencia procaz y una juventud provechosa.

Persona de mentira fácil, su memoria es prodigiosa. La tiene organizada y con personal en unas oficinas de la calle de la Botella de Dra.

Vive en una casa bajita con jardín y campanario en la calle del Vaso, a un chorrito de la oficina. Le cuidan unos Pirulos pagados por Der para que no le pase nada y le cocina un chef chuteniano que borda las ensaladas con hígado de oca.

NOTA GEOGRÁFICA: Chutenia o país de los Francos o Sinceros, linda al norte con el Imperio Aco, al este y al oeste con mares y al sur con Estrimonia, la antigua Estrimnia, en cuya costa oeste está Dra, el pueblo de Gente.

Estando como estamos en el mes de las vacas pastoras, toda la burocracia estaba parada. Es tiempo de sol y cebada, de patios soleados y uvas prensadas y de agua lo más fresca posible. An trabaja todos los siete meses, incluido éste, pero menos.

Recién levantado y maquillado con ungüento “porsi”, está comiendo su primera ensalada del día con el sol de cara. Aprovecha estos momentos para escuchar a todos sus informadores y dictar a sus escritores lo que tienen que guardar en la memoria de la calle de la Botella.

Helio-Doro, el más sutil y ligero de sus espías, capaz de infiltrarse por cualquier rendija y de muy poco peso, le está informando de los rumores escuchados cuando, en forma de globo, colgaba de un balcón. Agitando su rubia melena, soplaba al oído de An hasta quedarse sin aliento. De repente, sin decir agua va, An se quedó quieto, se le cayó el trinchador de la mano y le mandó callar.

Dictó al escritor de guardia lo siguiente:  - “apunta que mis espías, especialmente Hidro-Geno, ese que es más ligero que Helio-Doro y que puede ser matriz de agua, investigue sobre la Tríada”.

Después ordenó:

- “que alguien llame a UNO y le advierta que refuerce la protección del Tesoro”

- “que otro que no sea el alguien de antes agite la Pirulería y consiga los expedientes de los cinco ladrones de maña más diestra”.

-“que la memoria me recuerde mañana, y todas las mañanas hasta que yo diga, quién es el más guapo y quién comparte el Tesoro conmigo”.

Hecho esto, se levanto para su primera entrevista con Rap-Soda, panfletero de fama local, a quien no había podido (todavía) comprar.

Rap-Soda, el libelista rimador, ligeramente espumoso, había conseguido hacerse famoso a base de alquilar postes de ahorcado, cruces de entrada y tablones de anuncios de las tabernas y tiendas de alquiler de comida. Nadie que no fuera él podía colgar los panfletos allí.

Tras su entrevista con An, con más peso en su bolsa, decidió armonizar unas palabras en compensación.

Poderosas son las piedras

Y galantes los poetas

Miedosos, melindrosos y caguetas

Pero la necesidad aprieta

 

Escucharme pues gente

Y no olvidéis estas letras

Las escribe gente decente

Y a todos interesan.

 

Anda en riesgo tu destino

Mírate bien el bolsillo

No pienses que desatino

Que anda suelto algún pillo

 

Cierra bien puerta y ventana

Y duerme con ojo abierto

Si tienes, coge un arma

Y vigila el huerto

 

Dicen que la Triada son

Y nadie les conoce

Observa con tesón

Hasta cuando amanece

 

Si hueles sus culos

Si les intuyes o escuchas

Llama a los pirulos

Y te llenarán de dichas.

Dichas y prebendas esperamos todos, pero no suelen darlas los Pirulos, que más bien reparten garrotazos y les encanta ponerte cuerdas en varias partes de tu cuerpo.

Cuando vimos el panfleto colgado del poste de la horca en la plaza del Cadalso, sin firma ni nada, nos dio la risa. El poder adquisitivo del requirente bien le podía haber llevado a contratar un retrartista famoso, habernos llamado a posar y haber colgado nuestras estampas o haberlas repartido por las tabernas. Claro, pensé, no hubiéramos aceptado hasta que no saliéramos guapos y fornidos, y eso es difícil hasta para el mejor retrartista.

NOTA PARA EL LECTOR OBSERVADOR: No hay error. El secreto profesional de los retraRtistas colegiados les impide delatar a los retraRtados.

Por si acaso, redactamos un contra-panfleto con el siguiente texto:

Rimas y diretes

Andan por los muretes

Ni puñetero caso hagas

Por si la cagas

 

Y lo lanzamos al viento para el que lo quisiera leer.

Sabemos que de mano en mano va, como la falsa moneda*, y nadie, que se sepa, lo ha usado para limpiarse el trasero.

*que D. Juan Mostazo, desde la gloria, me permita esta licencia refranera.

 

CAPÍTULO IX – EXPLORANDO CAMINOS

En un lugar del Tiempo, entre el “tiempo atrás” y “dentro de un rato”, los tres buscadores empezamos a buscar caminos y aventuras con las orejas puestas por si oíamos a los timbaleros o algún otro indicio. Como a todo el que busca, nos pasarán cosas. No tantas como a un buscón, pero sí.

Buscar es un arte fundamentado en la atención. Su objetivo puede ser encontrar, pero algunas veces no.

La atención requiere concentración o entrenamiento. Parece ser que al principio prima más la concentración, que consiste en eliminar de tu mente todo lo superfluo y así concentrar tus sentidos en lo incumbido. Es un buen sistema para olvidar quehaceres y pensamientos clásicos del día a día. – “estoy concentrado, déjame”, es tu respuesta habitual. Y consigues que te dejen de molestar.

Paulatinamente, dejas los sentidos y puedes hacer otras cosas al tiempo que buscas. Puedes comer, leer e incluso simular que estás atento al mismo tiempo que buscas. Lo que genera este cambio es el sistema alármico del cerebro, al que programas para que te toque la campana si percibes algo fuera de lo habitual.

Los pensamientos antepuestos no son míos. Debo citar a Batablanca Viña, antiguo fisiólogo de la Academia, acólito de varias logias físicas del entorno masón, que, en la “Enciclopedia Sináptica de los Romances Caballerescos entre Don Axón y Doña Dendrita”, en el capítulo titulado “Las neuronas son las estrellas del cielo grial”, página 37, párrafo 111, línea 3, dice: “la suma de los nucleótidos que forman el ARN es múltiplo del número de elefantes con que Aníbal cruzó los Alpes”.

NOTA MENTALISTA: Experimento propuesto: elija 10 personas al azar y pídales que de forma rápida piensen un número del 1 al 100 con ambas cifras impares y diferentes. Apueste por el 37 y ganará más que perderá.

La cita no tiene nada que ver con el argumento inicial, pero me parece interesante y la lectura de los escritos del autor citado son premisa del silogismo expresado.

Ga, corredor de mundos y explorador experto, demostró su valía al buscar entre caminos empedrados, donde no hay huellas, pero es que no le gusta caminar y por allí, su carro va mejor.

Es incansable. Husmea, bate y rastrea todas las posibilidades. Ha buscado en cada mapa, en cada posada, en cada rumor. Y sigue buscando. Yo creo que no sabe bien lo que busca, pero si consigue estar atento, igual encuentra algo.

Muchas veces viaja acompañado por su querida esposa. Otras no. Y entonces debe batir sus armas contra infundadas suspicacias. Su ingenio y gracia, que ha demostrado en tantas ocasiones, y la destreza en el uso de su espada, le hacen ganador en estos y otros embates.

Simultanéa la búsqueda, el placer y los negocios. Compra, vende, y hasta fertiliza y abona algunos terrenos. En los regresos suele vender las hortalizas cosechadas.

Nunca indolente, confío que será el primero en oír tambores o campanas.

Po, meticuloso y hedonista, va y viene constantemente a los mismos sitios y, esporádicamente, acompaña a otros en disímiles destinos. Le viene a dar lo mismo. Es feliz allí donde se halle con tal de tener un poco de soledad, una buena cama, compañía elegida y cerveza fría.

Gran interpretador de planos, por un defecto de forma no es gran andarín. Por eso elige bien los caminos más cortos y las áreas de descanso. Suele andar por caminos trillados con parada y fonda conocidas. Si llega a puerto, fondea su barco velero, ese que ya necesita algún refuerzo en su mástil.

Seductor de enanos y hadas con palabras sensatas y risas inteligentes. Irresistible en las distancias cortas. Confío que descubrirá el camino en alguna confidencia.

Yo, más andarín, más atrevido que intrépido, más inquieto que aventurero, circulo por barrios altos y bajos, por sendas y ermitas, por campos de habas y entre coles lombardas. Me gustan los andurriales y torcer en las esquinas. Esta afición me acarrea algún sofoco y más de un susto, y dice mi sanador que no es muy sana, pero me ha hecho conocer anónimos mundos cercanos y diferentes formas de llegar al mismo sitio.

Buscador de insinuaciones procaces, de lo diferente y de lo discordante, confío en mi mismo por escarbar donde nadie busca.

Recuerdo el día que más cerca estuve del Tesoro.

Era en Kingsterra, antillano pueblo con muchos cultivos similares al maíz sin mazorcas, en la provincia de Aciamaj.

Andaba este cronista buscando paisajes con ortigas para un buen caldo y se me acercó un kingsterrano sonriente, de paso ondulante y largos cabellos sujetos con turbante. Entabló la hebra con una dicción lenta y pausada, disfrutando de cada palabra. No tenía interés ni en mi ni en lo mío. Solamente verborreaba con placer.

Su desparpajo me alentó a acompañarle en su camino.

No soy de mucho preguntar a los que les da por hablar. Callo, asevero y escucho. Si les interrumpes pierden el hilo y es peor.

No recuerdo su nombre pero sí su gracia por contar historias. De su vida y de la de otros. Enchufé mi tercera oreja, la que sin parecer escuchar está atenta a lo que le interesa y capté un hilo argumental lleno de nudos y enredos.

Abrí las otras dos orejas y la neurona de hilar.

En Kingsterra, otrora pueblo labriego, trabajador, servil y con muchos donceles, había recibido no mucho tiempo ha, la visita de gente procesional y seria que buscó acogida, cobijo y alimentación durante unos días de tormenta.

Cuando marcharon, pagaron muy bien, con piedras muy bonitas. También dejaron paz y amor. Y una humareda que duró varias semanas con un olor muy agradable.

Antes de irse, les dejaron las semillas de las plantas altas con frutos pequeños que ahora inundan sus campos, sus bolsillos y, cuando queman los rastrojos, sus almas.

Conocedor, siempre por lecturas y nunca por uso, de los vapores alucinógenos y sus efectos, cuando mi neurona de hilar ató cabos, supe que había encontrado la primera pista del Tesoro.

Me quedé unos días a disfrutar del ambiente y de sus relajadas costumbres pero era consciente de la importancia del descubrimiento y deseaba contárselo los otros dos inquietos bohemios con los que comparto esta búsqueda.

Salí al camino y, como soy experto en volver, llegué a Dra, a mi calle, a mi cabaña y a mi cama. Dormí varias siestas seguidas.

Nunca he tenido un recuerdo claro de aquellos días. Ni de la ubicación exacta del pueblo. Eso hizo enfadar a mis amigos. Pero si me insultaron o pegaron es algo que no debo contar por si se enteran los Pirulos.

 

CAPÍTULO X  - 

En la barcaza donde reman los locos no se vive mal. El más cuerdo, el Contramaestre, se pasa el día traduciendo las órdenes del Capitán. Ni el Capitán sabe lo que dice ni el Contramaestre conoce el idioma del Capitán. Los contrató el Armador en puertos diferentes. A los locos les da igual. Y al Capitán también.

El pontón lo utiliza la gente para cruzar el rio y lo aprovecha el Armador para cobrarles por ello. Es igual de peligroso que hacerlo por los puentes, hay que andar y también se paga peaje.

Por cualquier camino te puedes caer al agua. Si caes vivo, igual te salvas, pero si caes muerto, lo más probable es que no.

Todos en Dra saben que el rio no se puede cruzar solo. Los aduaneros de los puentes y los locos de las barcas saben que dos es más que uno y tres también y que si te asusto o te mato, lo más probable es que lo que es tuyo, cambie de mano.

La otra opción es pagar el doble impuesto. Uno te lo imponen por subir y el otro te lo imponen por bajar igual de sano que has subido.

Cuando reman, los locos cantan. No todos se saben las mismas canciones y casi ninguno estudió canto, con lo que el ruido es espantoso. Para que callen se paga el tercer impuesto. Con el canon del silencio te dan unos tapones. Hacer callar a los locos es imposible. Como no cobran, por lo menos se distraen. Otra forma de hacerles callar es darles comida y buena educación: -“Cuando se come no se canta”. Te contestan que – “tampoco se rema” y debes darles la razón. Una conversación de locos.

La barcaza se guía por una cuerda atada a grandes postes en ambas orillas. La historia de la instalación de la sirga debe contarse.

Arquimón, el ingeniero naval que diseñó los troncos y las bordas de la barcaza era partidario de hacer un puente para cruzar la maroma. Era una solución ingeniosa, pero no se aceptó porque el Armador dijo que había incompatibilidad de intereses entre puenteros y barqueros.

Molacón, el pescador de merluzas, propuso deshilachar una red de pesca. Se intentó pero se cansaron de deshacer nudos antes de acabar.

Picarón, del gremio de los Ladrones, propuso llenar el rio con los cadáveres de los asesinados en la ciudad y pasar la cuerda andando por encima. Cuando Canon-cete hizo los cálculos se aparcó la idea hasta la próxima guerra.

Sución, el dueño de la empresa de recogida de residuos, ofreció todas sus basuras para hacer un muro, contener el agua y pasar en seco la cuerda de uno a otro lado. Los envidiosos que vivían y viven del reciclaje se negaron.

UNO, reunió a varios representantes municipales y les conminó a encontrar una solución viable y económica. Se constituyó la Comisión correspondiente y se abrió un concurso para premiar con un pollo frito, una manzana y un vaso de sidra la mejor propuesta. Se presentaron más de mil. El Poder tuvo que intervenir y convocar oposiciones a “funcionario municipal tramitador de propuestas”. Más tarde, se formó un jurado entre la Gente para elegir la mejor. Se organizó una nueva Comisión para nombrar los miembros del Jurado. Se debatió si el Jurado debería ser imparcial o por el contrario, debía defender los intereses de los Armadores o de los Puenteros. Se propuso un referéndum sobre ello en el que no podrían votar los fabricantes de cuerdas ni los maridos de las conductoras de carros. El pueblo, enardecido, protestó y hubo revueltas. Intervinieron los Pirulos y se llenaron las cárceles. Los cocineros de las cárceles se pusieron en huelga porque los proveedores no les daban su comisión sobre el incremento. Muchos presos murieron de hambre, Las cárceles se vaciaron, Se anuló el referéndum. Una inundación destrozó los documentos de las propuestas. El Jurado se constituyó y comió en los mejores restaurantes. Y se aprobaron nuevas dietas para los miembros de las comisiones, creándose una nueva para paliar los efectos de las anteriores.

Mientras, en la fábrica de cuerdas, se estaban planteando la longitud de la cuerda. Había que medirlo andando sobre las aguas.  

 

 

 


 
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